El ejército israelí informó este sábado sobre la muerte de Hasán Nasralá, líder del movimiento islamista libanés Hezbollah, en un bombardeo dirigido a su bastión en la periferia sur de Beirut, Líbano. Según las declaraciones oficiales, el ataque fue ejecutado el viernes por la noche y se centró en el "cuartel general central de Hezbolá", donde, según la inteligencia israelí, se encontraba el alto mando del grupo.

 

Nadav Shoshani, portavoz del ejército israelí, anunció en la red social X: "Hasán Nasralá está muerto". Posteriormente, otro vocero militar, David Avraham, corroboró la noticia a la agencia AFP, indicando que el jefe de Hezbollah, quien lideró el grupo durante 32 años, fue “eliminado” durante el bombardeo.

 

Nasralá, conocido por su firme postura contra Israel y por haber transformado a Hezbolá en una fuerza política y militar de gran influencia en Líbano y la región, había sido un blanco estratégico para Israel durante años. La organización, apoyada por Irán, ha sido considerada uno de los mayores enemigos del estado israelí, protagonizando numerosos conflictos y escaramuzas a lo largo de las décadas.

 

Hasta el momento, Hezbolá no ha emitido un comunicado oficial confirmando la muerte de su líder. Sin embargo, fuentes cercanas al grupo proiraní señalaron que el contacto con Nasralá se perdió desde la noche del viernes. Tras varias horas de silencio, el movimiento confirmó de manera no oficial que su líder fue “martirizado” en el ataque, un término utilizado por la organización para referirse a quienes caen en la lucha contra Israel.

 

Este hecho representa un golpe significativo para Hezbollah, que ha estado al mando de Nasralá desde 1992, y es probable que agrave aún más las tensiones entre Israel, el Líbano y otros actores regionales. La noticia también ha generado una reacción global, con analistas discutiendo el impacto de la desaparición de Nasralá en la política de Oriente Medio y en la estabilidad de la región.