Un incidente marítimo reportado por Bloomberg volvió a encender las alarmas en el Caribe. Un buque de guerra estadounidense habría impedido el paso de un petrolero ruso sancionado, que se dirigía hacia Venezuela con un cargamento de combustible.
De acuerdo con la información publicada por el medio financiero, el petrolero ruso Seahorse se vio obligado a dar media vuelta después de ser interceptado por el destructor estadounidense USS Stockdale, desplegado en la región. La embarcación tenía como fecha estimada de llegada el 13 de noviembre, pero la presencia del navío militar de EE. UU. frustró su ingreso a aguas venezolanas.
Tras el bloqueo, el Seahorse modificó su ruta y se dirigió hacia Cuba, transitando por zonas del Caribe e intentando nuevamente aproximarse a territorio venezolano, sin éxito. Según Bloomberg, el buque continúa navegando por la región.

El petrolero forma parte de un grupo de embarcaciones rusas sancionadas por Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea, y se dedica al transporte de nafta para Venezuela, un país que también enfrenta restricciones internacionales. La operación fallida se produjo luego de que el Parlamento venezolano aprobara una extensión por 15 años de las concesiones a dos empresas mixtas con participación rusa.
En la última década, Venezuela ha conformado múltiples alianzas energéticas con compañías de países aliados, especialmente Rusia y China. Roszarubezhneft —que administra activos que pertenecieron a Rosneft, la petrolera estatal rusa sancionada en 2020— mantiene su presencia en varios campos vinculados a PDVSA, entre ellos Petroperijá y Boquerón.

Aunque la producción petrolera venezolana ha mostrado un repunte y, según cifras de la OPEP, ha superado el millón de barriles diarios en 2024, todavía se encuentra muy lejos de los casi tres millones que alcanzó antes del colapso económico y las sanciones internacionales.
El episodio con el Seahorse reaviva el debate sobre hasta qué punto Washington puede interferir en los envíos de combustibles provenientes de Moscú hacia Caracas, en un contexto de creciente vigilancia militar y tensiones geopolíticas en el Caribe.
